jueves, 13 de junio de 2013

Thievy decide que hay eliminatoria. Miguel Ángel Ramírez.

Cuando parecía que la vuelta en Almería era poco menos que ir al matadero, Thievy metió la bota, clavó el empate y el asunto todavía admite discusión. La UD salvó un mal día con un resultado que alimenta sus esperanzas de gesta.
 
Más vidas que un gato tiene Las Palmas, que entró pasándolo de pena en la promoción de ascenso y ayer, en el primer partido de los decisivos, salió sin más daños por arte de birlibirloque. A base de arreones y empujones se metió en un encuentro que tenía perdido, y en el que Barbosa y el árbitro, que no quiso ver un penalti clamoroso a Jonathan a última hora, tuvieron bastante carrete. Pudo confiarse también el Almería, que ratos campó a sus anchas y malogró ocasiones espectaculares. El caso es que de un saque de esquina, uno de tantos, ya en el tramo de final, sacó oro la UD por el don de Thievy, que olió la sangre en el segundo palo y allá acudió para igualar números y proyectar un mensaje para lo que espera el próximo domingo en  tierra andaluza. Sin merecer más y rozando el descabello, el equipo salió a flote y podrá discutir la clasificación. Y no es poco después de noventa minutos en los que, ciertamente, se acreditaron las maneras de un oponente afiladísimo y que anoche pudo haber cerrado la persiana. No lo hizo y por ahí se localiza una vía monumental para la rebelión de Lobera y compañía. Porque nadie renuncia a la hombrada dentro de tres días. Ya, en Liga, Las Palmas fue capaz de elevarse en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. Ahora le vale con ganar de nuevo. Tendrá que hacerlo con más fútbol. Pero, visto lo visto, evitar la derrota es un logro de indudable cotización moral, una conquista valiosísima para afrontar un día capital.


El partido comenzó de pena para la UD, que a las primeras de cambio se encontró con la mejor versión del Almería, un equipo ortodoxo y expansivo, lanzado por Aleix Vidal, siempre bien recogido. Aleix Vidal fue, precisamente, el que tardó siete minutos en descerrajar. A saque de banda se produjo un aclarado defensivo que plantó al atacante del Almería frente a Barbosa. La clavó por la escuadra. Una puñalada criminal para Las Palmas, definitivamente achicada. No venía de buenos tiempos el equipo de Lobera y tampoco dio un paso al frente cuando más lo esperaba su gente.


Escondido Vicente, al que esas faenas le vienen muy grandes, y sin conexiones Momo, Nauzet y Vitolo, todo pasó por el patadón de Barbosa o Atouba. Así iniciaba la UD sus acometidas, renunciando a la combinación. Ni una jugada enganchó la UD, rendida ante un adversario con más cuajo, siempre por delante en todo, automatizado, muy ancho en sus dominios. Sin noticias en el área de Esteban, inédito, el encuentro se inclinó la otra dirección.  Falqué rozó el segundo, gentileza de Barbosa que no entrara, y al descanso se llegó masticando maldiciones porque, en el cuerpo a cuerpo, las otras camisetas iban a otra velocidad.


Lobera acudió a los cambios, vista la espesura que condenaba a su gente. Borró del mapa a Momo y Tato para agitar el panorama metiendo a Nauzet en banda, resguardar a los centrales con Hernán y restablecer el flujo con Guerrero flotando en tres cuartos. Tan acertada fue su lectura como empírica la especulación rojiblanca. El Almería, demasiado conforme con lo que tenía, se vino atrás confiado en su contra. Así toleró el levantamiento de la UD, que tiró de garra más que de juego para intentar lo que nadie veía claro.


Con todo, Jonathan, con un remate de cabeza que sacó un Barbosa enorme, y Calvo, torpe enviar a las nubes un disparo propicio, metieron el miedo en el cuerpo al personal. Necesitaba tres pases el visitante para plantarse frente a Barbosa y amenazar con liarla. No lo hizo y, a partir de la suerte de verse con vida, se forjó el estirón final, el estirón bueno.

Temían en el Almería las jugadas a balón parado porque así, en la estrategia, no hay superioridades. Y desde la esquina, con rosca de Nauzet, llegó la acción esperada. Con suspense, porque Esteban estiró el desenlace luciendo guantes. Pero Thievy, persistente, volvió a rematar y ya fue para adentro.  Thievy celebró su acierto poseído. Explotó también la grada y el dique que contenía las emociones acabó por los suelos. Hasta el final, remó la UD empujada por la grada soñando con el segundo, que hubiese sido una bendición. No llegó pero sí pudo hacerlo el del Almería, al que birlaron una pena máxima como un piano. El árbitro miró para otro lado y tardó poco en pitar el final. El final de lo que tocaba ayer. Ahora todo depende del domingo. Los sueños de ascenso pasan por firmar una gesta lejos de casa, por destrozar los pronósticos, por culminar lo que comenzó anoche. Porque, aunque para muchos siga siendo más un deseo que una realidad, se puede y se debe.
 
Ficha técnica:
1. Unión Deportiva Las Palmas: Barbosa; Pignol, Atouba (Corrales, min. 71), Vicente Gómez, David García, Vitolo, Tato (Hernán, min. 46), Nauzet Alemán, Deivid, Thievy y Momo (Javi Guerrero, min. 46).


1. Unión Deportiva Almería: Esteban, Pellerano, Trujillo, Soriano, Verza, Áleix Vidal, Charles (Jonathan Zango, min. 49), Iago Falqué (Calvo, min. 75), Corona (Mejía, min. 83), Christian y Gunino.

Goles: 0-1, min. 7: Aleix Vidal; 1-1, min. 85: Thievy.

Arbitro: Eduardo Prieto Iglesias (Comité Navarro). Amonestó a los locales Vicente Gómez, Pignol y Javi Guerrero, y a los visitantes s Corona y Pellerano.


Incidencias: 16.564 espectadores en el Estadio de Gran Canaria para este encuentro de ida de la primera eliminatoria de Promoción de Ascenso a Primera División.
 

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